Un historiador chino escribe sobre perlas por primera vez en 2206 A.C.
En 1893 Kokichi Mikimoto cultiva con éxito perlas en Japón.
Las perlas de imitación son suaves cuando se frotan contra los dientes, mientras que las perlas naturales o cultivadas tienen una textura ligeramente rugosa.
El brillo resulta de la reflexión de los rayos de luz de la superficie de la perla y de las capas concéntricas internas de nácar, como la luz que rebota en un espejo convexo.
Las perlas naturales se pueden separar de las perlas cultivadas tomando rayos X para revelar sus estructuras internas.