Se cree que la pieza fue un regalo a la Princesa Augusta, Duquesa de Leuchtenberg de parte de su suegro, Napoleón Bonaparte, el día de su boda.
Fue creada en 1806 y desde 1823 se tienen registros de esta tiara, siendo usada con el mismo collar y aretes que ha favorecido en últimas épocas la Reina Silvia, por Josephine de Leuchtenberg.
Al fallecer la Duquesa de Leuchtenberg, en 1851, la tiara fue heredada por su hija mayor, la entonces Reina Josefina de Suecia, por su matrimonio con el Rey Oscar I.
Su hija, Josefina de Leuchtenberg, fue quien llevó los zafiros a Suecia y desde 1930 pertenecen a las joyas de la corona de Bernadotte.
Se trata de una tiara neoclásica, realizada en diamantes y zafiros, representando madreselvas. Es muy flexible, pudiendose poner totalmente plana.
Está formada por once secciones separadas que se pueden quitar para adaptarla mejor. Antiguamente, la tiara se encontraba rematada por perlas.